La
Mediación como Método no Adversarial y Transformativo para la Resolución de los
Conflictos de Índole Familiar.
“Una
familia Feliz tiene personas imperfectas que se perdonan y se aman”
La
mediación familiar, es sin duda alguna un procedimiento no adversarial de
resolución de disputas, donde un tercero neutral les permite a las partes
directamente involucradas en la controversia, la posibilidad de alcanzar y
establecer acuerdos. En ese sentido, en la mediación son las partes quienes se
adueñan del conflicto y son ellas las que parten de una solución amigable.
No
obstante, en su desarrollo el mediador tiene la tarea principal de acercar a
las partes y ofrecerles una visión transformadora del conflicto, identificando
de esta manera, cuales son los puntos no coincidentes que han originado la
controversia, así como también, este método les permite explorar fórmulas de
arreglo que trascienden el nivel de la disputa.
Por
tal motivo, será necesario que las partes sumergidas en un conflicto de orden
familiar, puedan contar con la ayuda de un método de resolución alternativa, que
les permita a su vez, alcanzar de manera adjudicativa y no impositiva, aquellos
mecanismos o estrategias orientadas a desarrollar una relación interpersonal a
futuro, esto en pro y beneficio de los miembros que componen el grupo familiar.
En
consecuencia, las relaciones familiares siempre tendrán un carácter permanente
e inseparable entre algunos de sus integrantes, más aún, cuando se cuenta con
hijos, donde el desarrollo, la convivencia y la interacción consecuente
necesitan de un sano desenvolvimiento y de un perfecto punto de equilibrio para
que a futuro el estado emocional de los hijos y el pleno desarrollo integral de
su personalidad no genere en el devenir del tiempo consecuencias
inquebrantables.
Es
por esta razón que la Mediación familiar cumple con esa función eficaz y
orientadora a las partes, ello en virtud que a pesar de una ruptura o un
quebrantamiento de la relación familiar, siempre será necesario alcanzar
acuerdos, más aún, cuando la relaciones paternos- familiares por medio de ese principio
de Co-parantealidad deben realizarse de manera conjunta y compartida en la vida
cotidiana de los hijos. Por ende, las decisiones inconsultas o ejecutadas unilateralmente por uno solo de
los progenitores nunca alcanzaran el grado de efectividad, toda vez, que se
requiere ese ejercicio compartido e irrenunciable que expresamente está
consagrado en todas las legislaciones destinadas a la tutela de los derechos de la infancia y de la adolescencia.
De
esta manera, la Mediación familiar en su desarrollo y ejecución les permite a
las partes una forma de despertar y de conquistar nuevos espacios, con el establecimiento
de acuerdos que tengan una proyección a futuro, esto en virtud que la mediación
no se enfoca en las situaciones pasadas, por cuanto su sentido y orientación es
reconstruir el dialogo, y establecer nuevas propuestas en base a los deseos e
intereses de las partes. Es decir, en la mediación familiar las partes tienen
toda la posibilidad de ser escuchadas y de expresar cuáles son sus necesidades,
esto con el propósito fundamental de encauzar una opción que les permita a
ambos una visión ganar-ganar.
Así
mismo, la búsqueda de ese ganar-ganar y de ese punto de equilibrio es uno de
los roles fundamentales e importantes que cumple la mediación. Por eso en todo momento
será el mecanismo de resolución de conflicto más eficaz para brindar una
solución a las partes. De tal suerte, que otros métodos adversariales y de
controversias judiciales, constituyen decisiones impuestas por un tercero, que
no han tenido una vivencia o han desarrollado un encuentro personal y directo
sobre la historia y el origen de esa situación familiar controvertida.
En
este orden de ideas, la experiencia y la práctica forense en los asuntos de
familia y de los derechos orientados a la infancia y a la adolescencia, nos han
ilustrado que el contenido de sus decisiones impuestas por el órgano
jurisdiccional, nunca nos van a enseñar como las partes pueden desplegar una
relación interpersonal a futuro, simplemente esa decisión se impone e implica
un mandato de hacer o no hacer, donde no se han explorado las necesidades y los
deseos de las partes, situación ésta, que en el mayor de los casos se hace
inejecutable y se transforme en un ciclo de conflictividad que en el corto,
mediano o largo plazo generan desgastes emocionales difíciles de reparar.
En
ese sentido, es muy largo y extenso el camino que nuestro país debe recorrer
para el desarrollo de la cultura de la mediación familiar, por lo tanto debemos
fomentar y promover su desarrollo a través de la creación de centros y escuelas
de mediación, destinadas a cumplir esta función social que este encaminada a
desarrollar fórmulas de convivencia eficaces que le permitan a sus interesados
mantener una relación armónica de paz y convivencia familiar luego de la
post-ruptura de las relaciones matrimoniales o de las uniones estables de hecho.
Todo esto in duda alguna, se traducirá en el beneficio e interés de los más
vulnerables en una situación familiar conflictiva que son los hijos. Además
estos elementos de la solidaridad y de comprensión mutua característicos de las
relaciones familiares, deben estar presente en todos los hogares, sean familias
constituidas por el padre o la madre, o aquellas familias donde los padres
ostenten residencias separadas. Por eso de forma indubitable la mediación
familiar será la mejor guía para encauzar con mejores resultados el desarrollo
de esas relaciones.
Abog. Freddy José Lucena Ruiz.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario